Una de las consecuencias del cambio climático ha sido la progresiva anticipación de las olas de calor. Así, la ola de junio supuso una de las más intensas desde 1975. La tendencia a la baja en la mortalidad de los últimos años parece haber cesado y se observa un cambio drástico en el verano de 2022 como muestran los informes del MomoTemp del ISCIII. Mientras que la ola de calor de julio del año pasado duró tres días y se saldó con 74 muertes, la de este año se extendió durante más de una semana, alcanzando las 870 muertes atribuibles a las altas temperaturas. Solo en el mes de julio de este año se duplicaron las muertes por exposición al calor de todo el 2021. Esto supone un alarmante retroceso con respecto al descenso de muertes que se observaba desde 2017 y convierte a 2022 en el peor año desde el 2015, primero del que se tienen registros en el Panel Momo del ISCIII.
Durante la ola de calor del pasado julio, 21 provincias llegaron a estar en riesgo alto de probabilidad de exceso de mortalidad atribuible a las temperaturas elevadas. De entre ellas, Madrid fue la provincia más afectada, seguida de Valladolid, Badajoz, Toledo, Sevilla y Salamanca. La misma tendencia se puede observar según el Índice Kairos del ISCIII en la primera semana de agosto, en la que Madrid permanecerá de forma notable en riesgo alto del 100%, seguida por Pontevedra, aunque con una probabilidad considerablemente menor, oscilando entre el 62% y el 79%.
Madrid es la provincia que ha registrado el mayor número de fallecimientos atribuibles a las altas temperaturas en el mes de julio con una importante diferencia respecto al resto de España. Los últimos datos registrados en el Panel MoMo hasta el día 30 de julio contabilizan un total de 486 muertes. A la capital le siguen Sevilla (129 muertes), Badajoz (106 muertes) y Barcelona (104), aunque con unas cifras de exceso de mortalidad notablemente inferiores. Sin embargo, las provincias de Málaga, Cádiz, Tarragona, Las Palmas y la ciudad de Melilla no han registrado ninguna muerte por temperaturas elevadas, aunque esto no significa que estas zonas no hayan sufrido la ola de calor. El registro de 0 muertes en estas provincias puede deberse a que sus temperaturas umbrales de disparo de la mortalidad atribuible al calor no han sido superadas. Así nos encontramos con que la temperatura en la que se dispara la mortalidad en A Coruña es de tan solo 26ºC mientras que en Sevilla es de 40ºC.